El dinero es un tema muy controvertido y emotivo. Escribir sobre él puede ser un detonante para quienes tienen dificultades económicas, y no quiero menospreciar la verdadera dinámica de la pobreza. Sin embargo, sea cual sea nuestra situación, siempre podemos elegir cómo la experimentamos, las perspectivas que elegimos y la perspectiva desde la que vemos nuestros problemas. Hablo de eso.
La inspiración para este boletín surgió al reflexionar sobre mi relación con el dinero a lo largo de mi vida y al reflexionar sobre la aparente yuxtaposición entre mi sensación de seguridad financiera y mi felicidad subyacente.
Quienes hayan leído mi libro sabrán que pasé los años de formación de mi vida adulta en servicios financieros; irónicamente, un gran trampolín para mi crecimiento espiritual, ya que viví dentro de un sistema que me impulsó a encontrarle un mayor sentido a la vida, un camino diferente.
Desde entonces, he visto cómo la seguridad financiera que antes alababa disminuía proporcionalmente a mi creciente felicidad y plenitud. Cuando dejé mi trabajo estable para convertirme en terapeuta autónoma, mis ingresos y mi seguridad se redujeron drásticamente, pero nunca había sido más feliz. Es extraño, pero quizás todo esto refleje una verdad más profunda.
Quizás tener dinero tenga un costo inevitable. Solía pensar que el dinero solo tenía la energía que le dábamos, pero ahora creo que si lo tienes, no puedes evitar la energía que conlleva. En Occidente, buscamos la riqueza porque nuestras normas sociales la recompensan; quizás hemos perdido el contacto con los principios básicos de un estilo de vida equilibrado.
Basta con observar la naturaleza para ver que viaja ligera, danzando a través de las estaciones, con acceso solo a lo que está disponible en ese momento. Todas las formas de vida dependen de la nutrición continua. Es una existencia frágil basada en la confianza y la entrega. ¿Podemos los humanos existir así, viviendo en el punto óptimo de cada momento?
Culturalmente, existe mucha resistencia a esta idea porque nuestras estructuras básicas se han construido en torno a la absoluta necesidad de un sistema financiero y la necesidad de prosperar dentro de él, idealmente con altos ingresos, ahorros y una buena pensión.
Y, sin embargo, la idea de jubilarse, de querer dejar de trabajar, dice mucho por sí sola. A menudo, trabajamos por dinero y queremos dejarlo en cuanto podamos permitírnoslo.
En una sociedad equilibrada, deberíamos disfrutar de una variedad de actividades gratificantes que difícilmente podrían describirse como «trabajo». Si amamos nuestra vida y el lugar donde invertimos nuestro tiempo, ¿por qué querríamos dejarlo?
El secreto de las personas longevas reside en mantenerse físicamente activas y participar en su comunidad local, en alguna actividad de servicio que disfruten.
Aquí está mi lista de ideas principales para ayudar a mantener el equilibrio con el dinero:
1. Quedarse sin dinero: varias veces he estado en una situación de hipoteca, préstamos bancarios y tarjetas de crédito al máximo. Todos marcaron momentos de muerte y renacimiento en los que me embarqué en una profunda transformación espiritual. No estoy del todo seguro de por qué, pero este proceso me obligó a no tener ahorros. El dinero, energéticamente, se sentía como un lastre que tenía que soltar.
2. Donar a buenas causas: si tienes dinero, dona todo lo que puedas. La energía de abundancia que muestras te llegará de otra fuente.
3. ¡Olvídate de planificar tu jubilación! Si puedes, busca un trabajo que te guste, preferiblemente bajo tu control, y quédate en él mientras puedas.
4. Ignora el valor de tu vivienda. Si tienes la suerte de ser propietario de una parte de tu casa, te sugiero que ignores el valor que posees. No es verdadera riqueza y es muy difícil acceder a ella. Una vivienda es un derecho, no una inversión.
5. Sigue a la naturaleza. Entrégate al apoyo divino, a la sincronicidad y a los ritmos de la vida para vivir felizmente sin red de seguridad.
6. Abraza el verdadero lujo. Entiende que el verdadero lujo es una sensación, una perspectiva, no un coche rápido ni unas vacaciones caras. Podemos deleitarnos con la sensualidad de nuestra comida, música, entretenimiento o intimidad favoritos. No tiene por qué costar mucho dinero.
7. Vive con moderación. Evitar el deseo de más nos libera de la necesidad, la codicia, la aspiración y la inevitable sensación de carencia que conlleva. Si te conformas con lo justo, te sugiero que este es un poderoso lugar de equilibrio espiritual. No buscas dinero para sentirte seguro ni bienes de lujo para ser feliz.
8. Vive con gratitud: agradece toda la abundancia que te rodea, ya sea la belleza de la naturaleza, el apoyo de un ser querido o el amor de tu pareja. Siente lo bendecido que eres.
¿Cuál es tu relación con el dinero? ¿Te imaginas tener lo mínimo necesario para sobrevivir hoy y confiar en que mañana será igual?
Con amor
Andrew